All cellists know that our instrument’s sound is beautiful, but it also claims its own time from the moment our bow reaches the string until we get that characteristic warm, generous ring from our strings. It also took time, probably more than a hundred years, from the composition of the very first known Latin American piece that uses the cello -“Quatro Tractos para Sabbado da Semana Santa” by Brazilian composer José Joaquim Emérico Lobo de Mesquita, composed in 1783- to the composition of Ricardo Castro’s concerto -somewhere between the last two decades of the nineteenth century and its premiere in April of 1903.

Through this series of posts, we are hoping to build a narrative that gives some context to Castro’s cello concerto, including a brief sketch of Castro’s life and the origins of the work, a brief analysis of it’s style, an overview of the sources and editions, as well as some ideas about the pedagogical value of this important piece.

The composer and his life

Ricardo Castro died too soon, on September 28, 1907, when he was 47 years old, from pneumonia complications. Four years later, on May 25, 1911, the dictatorship of Oaxacan Porfirio Díaz ended, opening the way to the consolidation of the Mexican Revolution that had started in 1910. Shortly before his unexpected death in 1907 and on the tails of a successful return from Europe, Ricardo Castro was appointed director of the Mexican Conservatorio Nacional de Música by Porfirio Díaz himself. Even though Castro didn’t have time to carry out an administrative trajectory that would have allowed him to develop and institutionalize his ideas at the Conservatorio Nacional de Música, he left his works, along with stories connected to a life devoted to art. As a man of his time, Castro developed an artistic activity that looked to Europe, particularly France, for models that shaped his musical ideas. As a man of his time, his works suffered a long silence caused by the Revolution and the accompanying sociopolitical and cultural change.

Ricardo Rafael de la Santísima Trinidad Castro Herrera was born on February 7, 1864, the son of Licenciado Vicente Herrera Castro and doña María de Jesús Herrera. Castro had an early start in music. He began studying piano at age 6, under the tutelage of Pedro H. Ceniceros, and later started composing short parlour pieces that were well-received. Castro moved with his family to Mexico City in 1877, and there he continued his piano studies and composition at the Conservatorio Nacional de Música with Juan Pablo Salvatierra and Melesio Morales respectively, and later with the distinguished pianist Julio Ituarte. As a result of a policy on foreign affairs that had as a goal to internationally project a certain image of México, Castro’s career grew to the point where he was “the first Mexican pianist with an international trajectory and one of the most outstanding composers of his time.” Thus, his works Norma. Fantaisie de concert pour piano sur des motifs de l’Opera de Bellini, Op. 8, Aires Nacionales Mexicanos. Capricho brillante para piano, Op. 10, and Enriqueta were sent to Venezuela for the commemoration of Simón Bolívar’s centenary in 1883. Castro also traveled to New Orleans for the World Cotton Centennial (1884-85), where the composer performed his Fantasía. National Hymn of Brazil y Fantasía. Elegant, followed by concerts in Philadelphia, Washington and New York. With the support of Díaz’s government, Ricardo Castro arrived in Paris at the end of December of 1902, and started working with pianists Teresa Carreño and Eugen D’Albert. He stayed in Paris until 1906, when he was appointed by Díaz director of the Conservatorio Nacional de Música upon his return to Mexico.

As a part of the Grupo de los Seis, Ricardo Castro and composers Gustavo E. Campa, Juan Hernández Acevedo, Carlos J. Meneses, Ignacio Quesada and Felipe Villanueva “decanted for a search of stylistic alternatives to Italian bel canto style, moving towards the French and German schools.” More precisely, Ricardo Castro’s stylistic search was first identified with late-romanticism as it was displayed in parlour music that was “defined by its ornamental values, lightness in style, brevity and a modernism more in the attitude than in the concept.” Nevertheless, the composer’s later style moved towards an exploration of the “major forms of romanticism as the symphony, the concerto, the opera, and the string quartet.”

The transitional nature of his life, one that was split between two centuries, that moved from the waltz to the symphony, from the parlour’s intimacy to the spacious concert hall, is also expressed in other aspects of Ricardo Castro’s music. Despite his clear European influences modeled on the interpreter-composer European tradition of figures such as Franz Liszt, Teresa Carreño and Eugen d’Albert, Castro’s music also showed national colors. However, it was not until the work of Manuel Ponce, Silvestre Revueltas and Carlos Chávez that nationalism became a relevant musical movement in Mexico.

1 For a discussion about Ricardo Castro’s place of birth, read the previously quoted work by Álvarez Meneses.

2 Ricardo Lugo-Viñas, “El Romántico Ricardo Castro,” accessed December 30, 2021, https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/el-romantico-ricardo-castro.

3 Álvarez Meneses, El compositor mexicano Ricardo Castro (1864-1907): vida y obra, 92.

4 Moreno Rivas, Yolanda, “La composición en México en el siglo XX,” (México: Conaculta, 1996) quoted in “Ricardo Castro 1864-1907,” last modified in January 25, 2014, https://musicaenmexico.com.mx/ricardo-castro-1864-1907/,

5 Moreno Rivas, Yolanda, “La composición en México en el siglo XX.”

ABRIENDO CAMINOS: EL mexicano Ricardo Castro y el primer concerto para violonchelo en Latinoamérica

Todos los violonchelistas sabemos que el sonido de nuestro instrumento es hermoso, pero también sabemos que reclama su propio tiempo desde el momento en el que el arco toca la cuerda hasta que obtenemos esa generosa y característica vibración.También tomó tiempo, probablemente más de cien años, desde la primera composición latinoamericana que usa el violonchelo -“Quatro Tractos para Sabbado da Semana Santa” del compositor brasileño José Joaquim Emérico Lobo de Mesquita, escrita en 1783- hasta la composición del concierto de Ricardo Castro -en algún momento entre las dos primeras décadas del siglo diecinueve y su premiere en abril de 1903.

Con esta serie de publicaciones, nuestra intención es crear una narrativa que dé algo de contexto al concierto de violonchelo de Castro, incluyendo un breve bosquejo acerca de su vida y los orígenes de esta obra, un breve análisis del estilo, una revisión de las fuentes y las ediciones, y algunas ideas acerca del valor pedagógico de este importante concierto.

El compositor y su vida

Ricardo Castro murió demasiado pronto, el 28 de noviembre de 1907, a los 47 años, a causa de una pulmonía. Cuatro años más tarde, el 25 de mayo de 1911 cae la dictadura del oaxaqueño Porfirio Díaz abriéndose así la historia a la consolidación de la Revolución Mexicana que se había iniciado en 1910. Un poco antes de su inesperada muerte, en 1907, y respaldado por el reconocimiento recibido a su llegada de Europa, Ricardo Castro fue nombrado por Porfirio Díaz director del Conservatorio Nacional de Música, en la Ciudad de México. Pero, aunque no tuvo tiempo para completar una gestión administrativa que le permitiera impulsar sus ideas en una institución tan importante como el Conservatorio Nacional de Música, Castro dejó su obra, acompañada de las historias que componen una vida entregada a su arte. Como un hombre de su tiempo, desarrolló una actividad artística que buscaba en Europa, particularmente en Francia, modelos que le permitieran darle forma a sus ideas musicales. Y es por eso, por ser precisamente un hombre de su tiempo, que con la llegada de la Revolución y el auge de un movimiento sociopolítico y cultural que se erigió teniendo al Porfiriato -al que Castro tanto debía- como antagonista, la obra de Ricardo Castro quedó suspendida en un gran silencio, del que poco a poco se ha ido sacudiendo.

Nacido el 7 de febrero de 1864 en el Estado de Durango, Ricardo Rafael de la Santísima Trinidad Castro Herrera, hijo del Licenciado Vicente Castro y doña María de Jesús Herrera, tuvo un comienzo temprano en la música. Se inició a los seis años en el piano, bajo la tutela de Pedro H. Ceniceros, y posteriormente en la composición, con pequeñas piezas de salón que fueron muy bien recibidas. En 1877 Ricardo Castro se muda con su familia a la Ciudad de México y continúa sus estudios de piano y composición en el Conservatorio Nacional de Música con Juan Pablo Salvatierra y Melesio Morales respectivamente, y luego con el reconocido pianista Julio Ituarte. Como resultado de una política exterior que buscaba proyectar a México internacionalmente, Ricardo Castro, quien ya era un pianista apreciado en su país, tuvo la oportunidad de mostrar su talento allende los mares hasta convertirse en “el primer pianista mexicano de trayectoria internacional y uno de los compositores más sobresalientes de su tiempo”. Un ejemplo de ello es la selección y el posterior envío a Venezuela de tres de sus obras, Norma. Fantaisie de concert pour piano sur des motif de l’Opera de Bellini, Op. 8, Aires Nacionales Mexicanos. Capricho brillante para piano, Op. 10, y Enriqueta, para la celebración del primer centenario de Simón Bolívar en 1883; y los conciertos en los Estados Unidos, en la Exposición Algodonera Internacional -World Cotton Centennial- que estuvo abierta entre 1884-1885 en Nueva Orleans, donde el compositor tocó su Fantasía. National Hymn of Brazil y Fantasía. Elegant, y después en Filadelfia, Washington y Nueva York. Con el apoyo del gobierno de Porfirio Díaz, Ricardo Castro llega a París el 28 de diciembre de 1902 y ya en 1903 empieza sus estudios de perfeccionamiento con los pianistas Teresa Carreño y Eugen D’Albert. En París permanece hasta 1906, año en el que regresa a México para ser nombrado director del Conservatorio Nacional de Música por Porfirio Díaz.

Como parte del Grupo de los Seis, Ricardo Castro y los compositores Gustavo E. Campa, Juan Hernández Acevedo, Carlos J. Meneses, Ignacio Quesada y Felipe Villanueva “se decantaron por una búsqueda de alternativas estilísticas al planteamiento del belcantístico italiano, orientándose hacia las escuelas francesas y germanas”. Si bien en una primera época la búsqueda estilística de Ricardo Castro se identificada con un romanticismo tardío plasmado en la música de salón y “definido por sus valores ornamentales, ligereza de estilo, brevedad, elegancia y un modernismo más de actitud que de concepto”, es él mismo quien transita hacia “las formas mayores del romanticismo como la sinfonía, el concierto, la ópera y el cuarteto de cuerdas”.

Esa circunstancia transitoria, la de una vida vivida entre dos siglos, del vals a la sinfonía, de la intimidad del salón a la amplitud de la sala de concierto, también se ve expresada en otros aspectos de la música de Ricardo Castro. A pesar de las claras influencias europeas modeladas por la tradición de compositor-intérprete de figuras tales como Franz Liszt, Teresa Carreño y Eugen d’Albert, la música de Castro comienza a mostrar algunos colores nacionales mexicanos. Sin embargo, no sería hasta más tarde con personajes como Manuel Ponce, Silvestre Revueltas o Carlos Chávez que el Nacionalismo se convertiría en un movimiento artístico relevante en México.

1 Sobre la discusión alrededor del lugar de nacimiento de Ricardo Castro, se recomienda el tercer capítulo de la obra de Rogelio Álvarez Meneses citada previamente.

2 Ricardo Lugo-Viñas, “El Romántico Ricardo Castro”, consultado el 30 de diciembre de 2021, https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/el-romantico-ricardo-castro.

3 Álvarez Meneses, El compositor mexicano Ricardo Castro (1864-1907): vida y obra, 92.

4 Moreno Rivas, Yolanda, “La composición en México en el siglo XX”, (México: Conaculta, 1996) citado en “Ricardo Castro 1864-1907”, modificado por última vez el 25 de enero de 2014, https://musicaenmexico.com.mx/ricardo-castro-1864-1907/.

5  Moreno Rivas, Yolanda, “La composición en México en el siglo XX”.